LVEUM

Emoción sin adornos

Eres tu padre. Eres tu madre. Y no pasa nada.

Ya ves cómo es la vida. Tú renegando de ellos. Jurando que nunca ibas a hacer lo mismo. Diciendo que serías diferente: más moderno, empático, consciente, superior.

Prometiste que ibas a hablar mejor. Amar mejor. Educar mejor.

Y mírate. Aquí estás: soltando las mismas frases, haciendo los mismos gestos, cocinando las mismas recetas. Y diciendo las mismas barbaridades que juraste no repetir.

Las frases heredadas que salen solas

  • “Tápate, que vas a coger frío.”
  • “Tienes que esforzarte más.”
  • “Como cojas eso te mato.”
  • “Ni consola ni consolo.”
  • “Como te caigas, encima te voy a dar yo.”

Te escuchas y te descojonas… o te horroriza… o las dos cosas.

Porque todos nos pasamos media vida intentando diferenciarnos de nuestros padres y la otra media repitiéndolos.

¿Por qué repetimos?

Porque te los tragaste enteritos: frases, normas, gestos, miedos… sus ruiditos al levantarse del sofá, sus supersticiones.

Y ahora resulta que eres tú el que hace el ruidito al coger la compra. El que dice: “Yo a tu edad ya trabajaba”. El que marca la hora de volver a casa.

¡Oh, sorpresa!

Eres tu padre. Eres tu madre. Y no pasa nada.

Es normal. Universal. Humano. Es lo que ocurre cuando te crías escuchando lo mismo todos los días: se te pega, te lo comes, lo repites.

La clave no es huir, es elegir

Si te pillas repitiendo, puedes elegir. Decidir qué te quedas y qué devuelves. No se trata de destruirlo todo, sino de discernir: quedarte con lo que sí, soltar lo que ya no.

Hoy no hace falta hacer nada más. Solo quiero que te pilles: que te veas, que te escuches.

Y si te descubres diciendo “Hace 20 años le decía ‘bro’ a mi padre y me daba dos hos…”, date un abrazo.

Reírse es el primer paso

Reírse de esas frases y gestos heredados también ayuda. Porque ese humor es un respiro. Una forma de suavizar el reconocimiento de que sí: estás repitiendo más de lo que te gustaría.

Pero también puedes preguntarte: ¿qué frases, gestos y actitudes sí quiero conservar? ¿Y cuáles ya no necesito?

No es solo lo que dices… es cómo miras

Además de las frases, también heredas la forma de mirar la vida: miedo, rigidez, exigencia… y la puedes estar cargando sin darte cuenta.

Por eso pillarte no es solo escuchar lo que sale de tu boca, sino notar desde dónde vives: ¿sigues viendo el mundo con las gafas de tus padres? ¿Sientes la misma culpa, los mismos miedos, las mismas prohibiciones?

Si es así: enhorabuena. Estás vivo y funcionando igual que cualquier ser humano que crece en un entorno. Ahora puedes hacer algo con eso.

FAQ: Preguntas frecuentes sobre “ser tu padre o tu madre”

¿Está mal repetir frases o gestos de mis padres? No, es natural. El problema aparece cuando lo haces sin conciencia y cuando esas frases o gestos chocan con lo que hoy quieres ser o hacer.

¿Cómo puedo dejar de repetir patrones que no quiero? Primero, pillándote. Luego, dándote permiso para decidir qué mantener y qué soltar. No es automático ni fácil, pero empieza observándote sin juzgar.

¿Y si hay cosas de mis padres que valoro? Perfecto: quédate con ellas. Esto no es una lucha para eliminarlos de tu vida interna. Es un ejercicio de consciencia para decidir desde dónde quieres vivir tú.

¿Por qué me cabrea tanto parecerme a ellos? Porque probablemente pasaste años intentando diferenciarte, buscando tu propio camino, y descubrir que heredas más de lo que creías puede doler… y también liberar.

¿Cómo saber qué es mío y qué es de ellos? Pregúntate: “¿Esto lo elijo yo ahora o lo repito porque es lo que vi siempre?” Esa pregunta te abre la puerta.

Conclusión: todo esto es humano

Todos heredamos cosas. Todos repetimos lo que un día escuchamos mil veces. Todos somos un poco papá y mamá.

La clave está en pillarte, reírte, y luego decidir: ¿me quedo esto o lo suelto?

👉 Eso también es autoconocimiento. Eso también es cuidar de ti.

Y recuerda: el que lo niegue… está más jodido que tú.

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